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Cómo se alimenta el Leviatán

Con esta dentición, el «Leviatán» era un depredador insaciable, y la hipótesis que sostienen los estudiosos es que se nutría de ballenas barbadas o desdentadas (misticetos, como las ballenas jorobadas o las ballenas azules).

Leviatán como metáfora

Según otros, la figura de Leviatán está tomada de Sobek, el dios cocodrilo egipcio, señor de las aguas. El pensador inglés Thomas Hobbes (1588-1679) dedicó su obra política considerablemente más conocida a la figura del Leviatán, redactada en 1651, donde se transformó en símbolo del Estado desde un monstruo marino.

El caso específico del leviatán es muy especial. Básicamente, por el hecho de que no es solo la civilización judía o cristiana la que se refiere a esta bestia carnívora de los mares. Exactamente el mismo satanismo charla de él y de otros muchos libros históricos como el Talmud. Unos datos que nos hacen cuestionar si verdaderamente existió. Y sucede que además de esto, pese a la razón, y asimismo más que nada de la ciencia, vamos a garantizar que no puede existir un monstruo marino con apariencia de pez que mida múltiples decenas y decenas de metros y que además de esto coma humanos, la verdad es que estos libros, avalados por Varios historiadores dicen lo opuesto.

El origen del Leviatán

Para comprender el origen del Leviatán debemos ir al Viejo Testamento. Allí, en Génesis, se piensa que Dios logró toda la creación, incluyendo los monstruos marinos. Una bestia que tenía forma de pez. Una manera supuestamente habitual de no serlo pues es verdad que medía mucho más de 40 metros y tenía unas fauces que parecían genuinas grutas. Unas mandíbulas que servían para alimentarse de carne humana.

Diríase que este gusto por la carne humana de Leviatán procede de la relación que tenía con Satanás. Es entonces en el momento en que Dios no duda ni un solo instante en castigarlo con el único fin de terminar con él. Un hecho que podría ser una historia de historia legendaria pero que, ya que logramos hallar contenidos escritos específicos en la Biblia, torna imposible que los fanáticos de la historia generalmente y de la criptozoología particularmente se lo tomen muy seriamente.

Microbioma es una de esas expresiones que suenan a jerga científica y cuyo concepto comienza a calar en la sociedad. Somos en buena medida una clase visual y lo que nuestros ojos se pierden es casi inexistente.

Ibon Cancio, Facultad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Iñigo Azua Pérez, Facultad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Itxaso Artolozaga Bengoetxea, Facultad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Jone Bilbao Antolin, Facultad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; María Begoña Ayo Millán, Facultad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; OIHANE DIAZ DE CERIO ARRUABARRENA, Facultad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Paola Fucini, Facultad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Sergio Seoane Parra, Facultad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea, y Zuriñe Baña García, Facultad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Los océanos atrapan nuestra imaginación por medio de la tangibles, y nuestra imaginación se enfoca en querer las ballenas, los delfines y los peces payaso, temiendo a los tiburones blancos, las medusas y los fondos marinos profundos, mientras que todos defendemos un mar libre de plásticos y petróleo. No obstante, el microbioma oceánico, la compilación de virus, bacterias, arqueas, hongos y protistas, incluyendo las microalgas, que cohabitan y compiten por el espacio y el alimento en distintas hábitats marinos, es un cosmos oculto que de todos modos forma mucho más de 2 tercios de la biomasa oceánica en nuestros océanos.

¿Por qué razón requerimos comprender «Leviatán»?

Hay múltiples causas por las que debemos entender mucho más sobre Leviatán (y la Bestia Enorme).

Primero, si la criatura descendió de una subespecie de dinosaurio, la Biblia recomienda que los humanos y los dinosaurios tienen la posibilidad de haberse bajo la influencia mutuamente. Si no, entendemos que, por lo menos hace una cantidad enorme de años, los humanos se confrontaron a criaturas que quizás no comprendían.

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