Un conduzco es el capitán de un barco que guía a los navíos mediante aguas peligrosas o con bastante tráfico, como puertos, canales estrechos o ríos. No obstante, el conduzco es solo un asesor, al tiempo que legalmente el capitán sigue a cargo del barco.
Atracar apropiadamente en el puerto es una garantía de seguridad tanto para nuestro barco para nuestro puerto y para nuestros vecinos del muelle. No es extraño que los marineros se vean obligados a comprobar las líneas en el momento en que las condiciones empeoran. Ahorrémosles el inconveniente resguardando bien nuestros navíos y volvamos a casa en paz.
El barco conveniente
Primeramente, si andas comenzando, lo destacado sería rentar un barco para comprender qué opciones te agradan mucho más o mejor. te ajusta.
Ciertos especialistas afirmarán que el más destacable barco para principiantes podría ser el Sunfish, un velero de 14 pies. Otros afirmarán que los más destacados navíos para principiantes y singularmente para salidas familiares son los navíos estilo pontón y los navíos con cubierta. Pero prácticamente todo el planeta está en concordancia en que si andas comenzando, deberías obtener algo utilizado.
Es una profesión poco famosa. Hoy día, la empresa ceutí está formada por unos doscientos expertos
Es una lástima que, cada día, Ceuta viva de espaldas a su puerto, que guarda ese encanto tan simbólico del origen y muy vida de la Localidad. Hay un instante en que cada navío debe continuar su rumbo, dejar el abrigo del puerto y perderse solo en el infinito. En el momento en que la localidad duerme, su puerto, su entrada prosigue viva y activa, la labor de no reposar jamás es una de estas siete prácticas, dedicadas a producir dinamismo las 24 h del día, todos los 365 días del año. Los pilotos son una de esas profesiones trabajadoras en las que da igual el tiempo o la celebración, deben estar ahí. Tienen que cerciorarse de que cada embarcación ejecute la maniobra de forma adecuada y segura. “La función del conduzco es asesorar al capitán en la maniobra”, enseña Somoza. Son los responsables de desplazarse dentro, fuera y en el puerto, a veces con el apoyo de un remolcador. Una charla que sostienes con el equipo de ‘En la piel de…’ mientras que te diriges en lancha desde Ceuta a entre los primeros navíos que está a puntito de embarcar para su entrada en la localidad. Una cementera griega de unos 180 metros de eslora, “el prototipo del barco que nos llega”, garantiza, y al que ha pedido, en preciso inglés, que se acerque a la costa. Somoza está acompañado de su pareja Francisco Quirós, con quien comparte turno ese día. Quirós va a ser el segundo en desembarcar, su función va a ser la de asesorar a otra embarcación ubicada en el otro radical del muelle hasta la salida. «Ahora repostó y se marcha», afirma. En el momento en que se aproxima un barco, los prácticos son sobre aviso de su llegada y actúan en el momento en que el barco está a una milla de la costa (unos 2 km). Vista desde el barco, la factoría de cemento ‘Eviacement IV’ es enorme. Semeja un enorme cetáceo metálico, altísimo, del que se termina de dejar caer una escalera que cuelga a una altura notable. Antes de emprender, Somoza enseña que “se encuentra dentro de los peligros de esta profesión, subir o bajar una escalera de madera que cuelga a múltiples metros de la lancha hacia una lancha en movimiento”. Somoza dice que, “hasta el día de hoy”, no sufrió ningún contratiempo, “pero algún que otro compañero sufrió los riesgos que se muestran y se le vió con la escalera en el agua”. El conduzco sube con agilidad y sube veloz. “Son frecuentemente en todo el día”. Es pasmante meditar de qué forma ha de ser este truco con viento, mar embravecido o en la obscuridad de la noche. Una vez dentro, un oficial te acompaña hasta el puente donde el capitán te saluda cordialmente y empiezan a canjear información sobre las peculiaridades del puerto y del barco en cuestión. “Conocemos las corrientes de viento, de qué manera interaccionan los elementos en el puerto, la distancia entre muelles, los calados, las esloras, las luces o de qué manera son las mareas”. Como bien sintetiza Somoza, el hombre práctico guía la maniobra de estacionamiento en el “estacionamiento de la vivienda”. “En nuestro estacionamiento entendemos dónde se encuentran las paredes, a qué distancia están y si hay puntos fallecidos, unas cuestiones que nuestro visitante no posee por qué razón comprender”, enseña.
En lo prominente del puente de mando de este enorme barco y con las primeras luces del día accediendo por las ventanas, Somoza mira hacia adelante con una humeante taza de café en las manos. “Esta es la bendita gloria, entre los enormes bienestares de esta profesión. No hay nada superior que ver el amanecer, el puente de un barco y tomar un café”, confiesa mientras que el barco empieza a ingresar en la localidad bajo sus órdenes, que en inglés náutico y sin separar la visión del frente y los costados, le señala al capitán del armador.»Vamos a atravesar entre los puntos mucho más críticos del puerto», garantiza, mientras que la proa del barco encauza la manga que, con un paseo corto de 300 metros, es primordial, no solo en el momento en que haciendo las maniobras pero asimismo en el fluído de navíos que entran y van’ comienza a girar hacia Doca do Levante. La cementera ocupará el único espacio libre, justo tras un colosal petrolero que llegó a la primera hora de la mañana. Justo allí los amarradores ahora aguardan, despues de haber contactado por radio con Somoza, con cabos en mano empiezan a botarlos como el barco se aproxima, la obra llega a su fin. Los nervios se evaporan, el capitán sonríe relajado y Somoza le da la bienvenida a la localidad. “Bienvenidos a Ceuta”, afirma entre un apretón de manos de despedida.