?Los porteños charlan español con una entonación mucho más próxima a la del napolitano que algún otro idioma?, afirma el estudioso Jorge Gurlekian, del Laboratorio de Indagaciones Sensoriales del CONICET, después de investigar con Laura Conlantoni, de la Facultad de Toronto, grabaciones de sobra que
Victoria Szpunberg reclama sus orígenes culturales, familiares y también históricos y los múltiples acentos que el día de hoy conviven entre nosotros. Redactar es un escape y en este momento un acto de resistencia. Pero, des d’on escrivim i per a qui? Y al final, ¿de qué forma conviven las mujeres la calidad artística y cultural con la verdad de nuestros públicos?
Mi abuelo, León Szpunberg, escapó de los progomos de Europa en el primer cuarto del siglo XX. Él y su familia, los que no acabaron en los campos de concentración nazis, consiguieron llegar a la Argentina, entonces de todo género de aventuras, todas y cada una dignas de la construcción de apasionantes historias que me contaba mi abuelo con su peculiar acento ruso argentino. . Cierro los ojos y escucho su fuerte acento, su refinado vocabulario conjuntado con ciertas expresiones en yiddish y el tradicional “che”, “este…”, “viste”, que adquirió en su historia en Buenos Aires. Estas excelentes historias incluían la caída del enorme Imperio Ruso, la construcción y posterior caída de la Unión Soviética, la Segunda Guerra, las distintas revoluciones… Y la añoranza persistente por su localidad natal, punto de inicio irrealizable y territorio aún disputado. , dentro en Polonia desde el siglo XVI, entonces dominada por Rusia, entonces Ucrania, si bien siempre y en todo momento Berdichev para él.
Entonces vino otra historia no menos beligerante, la de la dictadura argentina. Mis progenitores, los dos nacidos en Buenos Aires, debieron exilarse por el golpe de 1976. Marché con ellos en el momento en que tenía 4 años. Nuevamente acento extranjero, el acento porteño desciende en El Masnou, localidad del Maresme catalán. En ese instante empezaba la transición de españa y se pondría en marcha el emprendimiento de normalización lingüística en Cataluña. El instituto donde hice la EGB era precisamente progresista y catalán, pero la paradoja es que la mayor parte de los instructores eran de otras ciudades de España, pocos dominaban el catalán, que defendía la dirección del instituto, con lo que las clases terminaron dándose en español o en catalán plagado de castellanismos. En verdad, no comencé a redactar en catalán con determinada agilidad y bastante pudor hasta el momento en que entré en el Institut del Teatre en la época de los noventa. Hasta el momento, todavía en mi carrera de Filosofía en la Facultad de Barcelona, siempre y en todo momento me expresaba primordialmente en castellano.