De qué forma nos perjudica de manera lenta y cuál es la glucosa «buena» que el cuerpo precisa.
La Reunión Legislativa de Tucumán emitió ayer una esencial declaración unánime de repudio a la “satanización” del azúcar, perpetrada mediante un producto anunciado en el número 2390 de la gaceta Notícias del 15 de octubre. Esta es la nota primordial con extensa exposición en la primera plana de la publicación, llamada “AZÚCAR. LA DROGA SILENCIOSA”, y seis páginas interiores.
Aquí un producto del períodico La Gaceta comunicando sobre la resolución Legislativa:
Cambia de hábito
Si tomas una gaseosa ocasionalmente, afirmemos en ocasiones por mes, no hay nada de qué preocuparse. Pero si bebe mucho más de un refresco cada día, podría correr el peligro de tener problemas médicos, como obesidad, anomalías de la salud cardiacas y diabetes tipo 2, según Msora-Kasago. Y tomar refrescos de dieta asimismo implica peligros: consumir únicamente una lata cada día se ha relacionado con un mayor peligro de incidente cerebrovascular y demencia.
«La clave es conseguir (otra) bebida que te agrade», ha dicho Msora-Kasago. «La leche sin azúcar siempre y en todo momento es buen punto de inicio por el hecho de que, aparte de aliviar la sed, la leche da varios nutrientes esenciales como proteínas y calcio».
¿Qué sucede en el momento en que comes azúcar?
En el momento en que se ingiere azúcar, el cuerpo genera dopamina, una substancia química encargada de proveer una sensación de exitación en el cerebro. Por su parte, se libera serotonina, encargada de dar tranquilidad y endorfinas. En consecuencia, en el momento en que se consume azúcar aparece un sentimiento de alegría y se siente exitación y calma. Como forma de achicar la ansiedad se acostumbra usar el consumo de azúcar, no obstante, en relación baja el azúcar aparece una sensación de incomodidad, cansancio, irritabilidad, nerviosismo… y comienza lo que sucede con el consumo de drogas.
Existe mucha disputa en torno al enfrentamiento sobre si el azúcar es bueno o nocivo para la salud. Los científicos estiman que el azúcar actúa en el cerebro de manera afín al alcohol, el tabaco o la cocaína, interviniendo en el sistema de recompensa y ocasionando adicción.