El desarrollo acostumbra empezar en el hígado, que es abundante en enzimas, y en el cerebro, que es abundante en agua. Ocasionalmente, todos y cada uno de los tejidos y órganos colapsan del mismo modo. En el momento en que los vasos sanguíneos se rompen, las células se depositan, gracias a la gravedad, en los pilíferos y pequeñas venas, decolorando la piel.
Imagen de referencia. Según una encuesta, es primordial que la gente tengan el cuerpo cremado o los restos presentes en un funeral o servicio conmemorativo. Fotografía: Pixabay
Mucho más de 2,8 miles de individuos mueren de año en año en los USA. Como funerario que dirige un programa universitario en ciencia mortuoria, puedo decirles que más allá de que las vivencias de vida de cada sujeto son únicas, lo que le pasa a un cuerpo tras la desaparición prosigue una cadena de acontecimientos en parte importante predecible.
Rigor Mortis
La temperatura del cuerpo prosigue descendiendo hasta el momento en que se aclimata al medio. Entonces, el rigor mortis –“la rigidez de la desaparición”– que empieza en los párpados y desciende por los músculos de la mandíbula y el cuello, hasta llegar a los pies. Las proteínas filamentosas (actina y miosina) de los músculos del cuerpo, sin su energía, son inútiles de contraerse y extenderse y continúan recias.
En el instante de la desaparición, mucho más que jamás, se hace visible la esencial biodiversidad de nuestro cuerpo vivo. Las distintas comunidades microbianas, en especial aquellas que viven en el intestino, que es la vivienda de billones de bacterias de cientos o quizás una cantidad enorme de especies distintas, son poco conocidas por nosotros en su dificultad. Es un ecosistema que en vida deja múltiples funcionalidades vitales pero tras la desaparición todo cambia. Muchas de estas bacterias se han experto en vivir en un ámbito libre de oxígeno, con lo que están recluídas a áreas muy concretas. Pero en el momento en que la sangre deja de dar a conocer oxígeno, tienen la posibilidad de alcanzar a unas partes del cuerpo que en vida, por estar bañadas en oxígeno, no lograron irrumpir. Además de esto, si alguna de estas bacterias se atreviese a salir de su sitio, podría encontrarse con los guardianes que conforman el sistema defensivo o el sistema inmunológico.
¿Qué ocurre con el cuerpo en el momento en que es incinerado? ¿Y el ataúd?
Hay toda clase de mitos sobre la cremación. Varias personas piensan que los crematorios retiran el cuerpo para la incineración y devuelven el ataúd a la funeraria para su reutilización, o que todos son calcinados al unísono y cada familia recibe una porción de las cenizas mezcladas. Antes de seguir, seamos claros: ninguna de estas cosas es alguna. No obstante, una gran parte del desarrollo de cremación se hace fuera de la visión de los débiles, lo que puede dejar muchas cuestiones y inquietudes.
Los ataúdes están construidos para ser absolutamente destrozados a lo largo del desarrollo de cremación. Se precisa bastante calor para incinerar un cuerpo; tanto, en verdad, que nada del ataúd queda en las cenizas en el final. Las cenizas en sí mismas son de todos modos extractos de huesos.