Las víctimas de esta capacidad se llenen ridículamente, sus vasos sanguíneos se oscurecen y sangre negra aflora de sus bocas en el momento en que mueren.
Leviatán en la Biblia
Como afirmábamos al comienzo, el origen del Leviatán está en la Biblia y de ahí que tanto la civilización judía como la cristiana mencionan a esta bestia de los mares que se come a los hombres. .
En la Biblia, este monstruo hace aparición en concreto en el Génesis, donde afirma: “Dios creó a los enormes Taninim”, término hebreo que se refiere a los cetáceos y se estima que este versículo de la Biblia tiene relación a Leviatán y su pareja, hay investigadores de la Biblia que comentan que es la reencarnación de la serpiente de Adán y Eva.
¿Y por qué de este modo? ¿Era la rata apodada mucho más vigorosa que Pablo Escobar Gaviria o el Chapo Guzmán, o una caricatura de ellos? El poder baja, y el que Ovidio debió haber aniquilado, dejando un gobierno democrático a costa de estas secuelas, le logró sentirse intocable, en el momento en que de todos modos absolutamente nadie lo es.
Nayib Bukele, acólito de Recep Tayyip Erdogan, el autocrático expresidente turco, llegó a extremos en sus métodos, pero tiene tan claro como Benito Mussolini, que un país no tiene la posibilidad de tener 2 gobiernos, el de las organizaciones delincuentes y el de Expresar.
López Obrador asimismo acabó siendo educado pues su prédica consistía en achicar el delito entendiéndolo. Con programas para invitar a los narcotraficantes a terminar con la crueldad, ofreciéndoles vías de reinserción popular, iba a arreglar el inconveniente, pero hacia el desenlace de su gobierno se percató de que no había otra salida: en México manda el delito. o lo realiza el estado.
Apuntes para una crítica del monstruo como figura freudiana para meditar la vida en común
Por Ariel Antar Lerner
« El prójimo no es solo un viable ayudante y objeto sexual, sino más bien una tentación para agradar la agresión en él, explotar su fuerza de trabajo sin compensarlo, usarlo sexualmente sin su permiso, desposeerlo de su patrimonio, vejarlo, infligirle mal, martirizarlo y matarlo. «Homo homini lupus»: ¿quién, frente a las vivencias de vida y la historia, se atrevería a cuestionar tal apotegma?»