?Si metemos una rana en una cazuela con agua hirviendo, instantaneamente procurará salir. Pero si metemos a la rana en agua a temperatura ámbito y no la asustamos, va a estar apacible. En el momento en que la temperatura sube de 21 a 26°C, la rana no hace nada, e inclusive semeja entretenerse en el agua.
Peter Senge (2016: 37) cuenta en su libro “La Quinta Especialidad: El arte de la organización abierta al estudio” la próxima parábola:
“Si metemos una rana en una cazuela de agua hirviendo, en el instante intente salir. Pero si metemos a la rana en agua a temperatura ámbito y no la asustamos, se tranquilidad. En el momento en que la temperatura sube de 21 a 26 grados centígrados, la rana no hace nada e inclusive semeja entretenerse. Conforme incrementa la temperatura, la rana se marea poco a poco más y por último no puede salir de la cazuela. Si bien nada lo impide, la rana se queda ahí y hierve.
METERSE EN LA OLLA
La forma mucho más simple de eludir nuestra compromiso en el tema es culpar al agua, oa la persona que prende el fuego, o al dueño de la cazuela. Assim, situamo-nos como vítimas sofredoras daquilo que «tivemos» de viver ou daquilo que «faz» connosco o que por vezes classificamos como pessoas tóxicas (o papel de vítima costuma ser bastante complacido y también posibilita muito a fuga à responsabilidade pelo que nos pasa En la vida).
Sin percatarnos, frecuentemente entramos en la cazuela y ponemos el agua para calentarnos: anestesia interna con apariencia de falsa paz y calma, «cerrando los ojos» y abandonando lo que verdaderamente requerimos o sentimos , eso es lo que de a poco nos hierve en nuestra agua. Acabamos desconectando o invisibilizando nuestras pretensiones, deseos y conmuevas reales. Acabamos volviéndonos invisibles a nuestros ojos y a los del resto.
Meterse en la cazuela
La forma mucho más simple de omitir nuestra compromiso en el tema es tirarle la culpa al agua, oa quien encendió el fuego, o al dueño de la cazuela.
De esta manera, nos ubicamos como víctimas sufrientes de lo que «tuvimos» vivido o de lo que nos «hacen» aquellas que calificamos de tóxicas (el papel de víctima tiende a ser muy complacido y posibilita bastante la eludir la compromiso).
¿Qué hay tras el síndrome de la rana hervida?
Tras estos hábitos hiperadaptativos y sumisos que tienen la posibilidad de parecer una virtud, acostumbra haber una baja autovaloración y un mal autoconcepto, que se dan debido al hecho de que la persona siempre y en todo momento se pone en último sitio en el momento en que están en pareja.
Por consiguiente, se sostienen en relaciones desequilibradas en las que hay algún género de dependencia, desigualdad o castigo sensible, psicológico o físico.