De un dÃa para otro estarÃamos absolutamente sin comunicación, sin celulares, PCs, laptops ni televisión, los centros de salud colapsarÃan pues los generadores de electricidad no durarÃan bastante, la economÃa colapsarÃa por la indecisión, volverÃamos a esta temporada vio en…
Si no tenga existencia la red eléctrica que nutre nuestros enchufes y nos deja crear prácticamente todos los elementos que nos cubren, la vida serÃa muy similar a la de tu bisabuelo, en el año 1900. En aquella temporada, las viviendas se alumbraban con candelas o lámparas de gas y no existÃan electrodomésticos como hornos microondas, lavadoras o frigos que el dÃa de hoy hacen la vida considerablemente más simple. Además de esto, no habÃa celulares, televisores, radios o consolas y, lo que es peor, los centros de salud no podÃan efectuar ultrasonidos, escáneres y muchas otras pruebas para hacer un diagnostico anomalÃas de la salud. Al fin y al cabo, la vida sin electricidad es un tanto mucho más incómoda, pero igualmente atrayente.
La desconexión como terapia
La dependencia tecnológica de la sociedad de hoy llegó de a poco a los rincones mucho más Ãntimos de nuestra vida. El contacto con los amigos, la interacción popular, el ocio y la diversión, el trabajo o aun la búsqueda de pareja han comenzado, habitualmente, a ocupar esferas virtuales. La desaparición de este ambiente dejarÃa a una sección esencial de la sociedad con una clara falta de capacidades para el planeta real.
Por esa razón desde tiempo atrás ciertos refractarios han abrazado situaciones incrédulas con la tecnologización. Espacios sin conexión, retiros sin gadgets tecnológicos o aun sitios que requieren el depósito de celulares en cajas fuertes han ganado seguidores.
¿Qué dÃa va a ocurrir el apagón mundial?
Bueno, la contestación es bien simple: la luz es demasiado esencial, en tanto que es fuente de vida y energÃa para los seres vivos. Sin ella, por servirnos de un ejemplo, las plantas no serÃan capaces de efectuar la fotosÃntesis y la cadena alimenticia se romperÃa, con lo que nosotros y el resto de seres vivos nos extinguirÃamos.
La electricidad estática se conoce desde la antigüedad, pero fue en 1600 en el momento en que el británico William Gilbert (24 de mayo de 1544 – 30 de noviembre de 1603) abordó por vez primera su estudio cientÃfico.